Día 28 de #QuédateEnCasa

Uff!! Hoy es un día de esos que no. Ni tan siquiera quería abrir el ordenador. Entonces han comenzado a llegar vídeos y fotos y más videos y el corazón se encoge y te pellizca todo.

Dije el viernes que no, no volvería a hablar de la Semana Santa Marinera, pero resulta imposible. Lo habéis visto. En una familia de 10 todos, absolutamente todos, en un momento de su vida ha procesionado en la fiesta de nuestro barrio.

Además, muchos también lo sabéis, desde el pasado mes de junio pertenezco a la Junta Mayor y cada día, desde hace ya varios, estamos publicando audios en ivoox, vídeos en las redes sociales, hablando con los medios de comunicación y…..a ver cómo te haces la despistada, pones el candado en el baúl de las emociones, lo incluyes en “jornada laboral” para mostrarte impertérrita, intentas no cerrar los ojos y buscas otras historias, te centras en el trabajo, recurres a las recomendaciones cinematográficas y literarias y….dejas pasar el tiempo.

Porque sí esto pasará, pero qué lento pasa el tiempo y que larga es la espera que ni la efervescencia del sol nos atrapa para amortiguar los momentos de desesperanza, esos que en silencio, en soledad o en compañía, todos sentimos y todos tememos algún instante de este periodo vital.

Benjamín Franklin escribió “Si amas la vida no malgastes el tiempo, porque el tiempo es el bien del que está hecha la vida”. Muy bien Sr. Franklin, lo hemos aprendido. Quizá era necesario parar la efervescencia de lo que, hasta hace unas semanas, era nuestro presente para erguir otro futuro. Pero lo hemos aprendido y ahora nos encontramos que tras aprender la lección del tiempo, necesitamos VIDA. Salir de esta condena que nos tiene encarcelados en los hogares porque lo que olvidó Franklin es que la vida, existe para compartirla.

Se hace difícil vivir al otro lado de esta empalizada y tener que amansar cada mañana las turbaciones cuando la jornada es lineal y no poliédrica como era nuestra agenda antes de…

El coktail se construye con la soledad forzada como protección personal y como salvaguarda de las generaciones que nos preceden.

Ahora los estados anímicos no son divergentes, sino más bien convergentes; aunque algunos continúen con sus estériles batallas, soberbios intereses o lo que, para aquellos que hemos aprendido a valorar un rato de charla con amigos, sentarte con familiares y amistades a las que poder abrazar, disfrutar de una comida, tumbarnos bajo el sol, porque queremos ese momento y no porque es el único remedio para percibir luz natural en nuestra cara, consideramos perturbaciones triviales.

No necesitamos más exhortaciones a aprovechar el tiempo, porque ahora tenemos tanto tiempo que hasta lo estamos aborreciendo.

En estos momentos tendríamos respuestas para la retórica cuestión de San Agustín cuando aseveró “¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerlo”.

Muchos de nosotros hoy sabríamos definir el tiempo. Al menos sabríamos qué no nos gusta del tiempo y es que pase sin que pase nada, que se escurra como la arena en nuestros dedos sin disfrutarlo. Es eso lo que nos lleva a la desesperación.

Hemos tenido épocas mejores (también peores), pero ahora este momento es el nuestro y, aun conscientes de su carácter perecedero, es una incómoda paradoja localizar su valor cuando estás atrapado en él y cada alba es como la llegada del día de la marmota.

Mañana es festivo. Fiesta Grande en el Marítimo, el día del Cabanyal y de la familia, ni Navidad ni año nuevo, mañana, Viernes Santo y, sin embargo, no pasará nada, será transitoria la salida y la puesta del sol.

Así lo siento, por eso hoy no quería enfadarme con el tiempo, porque tal vez, solo tal vez, puede que en otros ratos añoremos estos instantes, será en esas ocasiones cuando puede que evoquemos esta etapa vital; pero hoy, ahora, en este marzo y abril de 2020 yo me identifico con aquél que dijo que “sin tiempo no hay futuro, pero con tiempo puedes perderte el presente”…porque amigos no sé a vosotros, pero a mí me está doliendo tanto contemplar cómo desperdiciamos “el presente”.

Volver