Llanto de Amor

Había escrito cien veces te quiero, pero jamás logró convencerse de ese amor. La conexión parecía perfecta los primeros años, luego llegó la mansedumbre y aquella pasión furibunda quedó diluida.

Apenas les quedaba brillo en los ojos cuando cruzaban miradas, las otrora confidencias eran argumentos proxenetas.

El inexorable paso del tiempo condenó aquel amor. Era imposible convertir en real un sentimiento ya caducado.

Sin embargo, se acomodó en la vereda y convirtió una vida de ensueño en una vida imaginaria.

Cuidaba a los hijos, compartían casa y cama pero hoy, al decirle adiós, lloró recordando que nunca lo amó ni disfrutó de él con él.

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