Os aseguro que se está convirtiendo en un lio ubicarme. No sé si estoy en fase 0 o fase 1, si he comenzado la desescalada o sigo rehén en el confinamiento.
Me consta que algunas de vosotras/os atravesáis una nueva etapa, otr@s estáis ya trabajando, los hay que continuáis con el teletrabajo e incluso, me consta, que en este grupo de amistades también hay quienes permanecen encerrados en casa, sin apenas aprovechar esas horas (con tanto cambio, también cuesta aprenderse el horario en el que, depende de la edad o tipo de ejercicio a realizar, puedes estar en casa o en la calle) de “libertad” fuera del hogar.
En definitiva, que como estamos tan dispersos en emociones o momentos, a pesar de compartir incertidumbre y, puesto que nuestras tareas comienzan también a requerir más o menos tiempo de dedicación a ellas, este diario se va a espaciar más en el tiempo.
Personalmente yo sigo confinada, no sé hasta cuándo y cómo, pero esta apelmazada coyuntura continua sin desvanecerse e incluso, a veces, genera más dudas.
Sin embargo, aunque no quiero soltar bruscamente este ratito, porque desprenderse de las sensaciones de los días pesados aquí personalmente siempre me aligera, esta semana, algunas noches, prefiero desocuparme de esta pantalla que custodia mis turbaciones o alegrías porque, en ocasiones, se pierde la fuerza para navegar bajo el viento diario y hay que replegar velas para izarlas nuevamente con mayor brío en situaciones más espaciadas en el tiempo.
Además, ahora los días son más largos. Si hace sol, estoy aprovechando para coger tono de piel y alimentarme de “vitamina D” o ir de paseo. Si llueve, me he enfrascado en avanzar con el máster y retraso también el tiempo dedicado al ejercicio, la ducha, la cena e incluso el momento de estar en esta pantalla, por lo que, os confieso que, calmada la avidez inicial de compartir el desasosiego turbador que supuso este brusco encierro aquellos días de marzo y antes de convertir estos ratitos en anodinos, prefiero no prolongar en exceso estos textos que pueden caer en la caricaturización y perder la efervescencia que lo trajo hasta aquí.
Así que, puede que haya días que se solapen las publicaciones y otros en los que…simplemente no aparezca aquí.
Los instintos son indomables así que…jugaremos con la espontaneidad para estar o no estar por estos lares internautas…porque como dijo un estadista hace unos años “el mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo”.
Y ahora, hay días que, como seguro te pasa a ti, solo apetece ser “supervisor de nubes”.