Día 5 del #Desconfinamiento #Fase0

Hoy comienzo esta publicación antes de cenar y con un fin, más que nunca, terapéutico. Porque no me entra ni el agua en estos momentos. Ahora, aquí solo quiero utilizar esta pantalla para "vomitar", y no en el sentido metafórico con el que me instaba a ello mi añorado amigo Josep Forment, sino con todo el asco que me genera la irresponsabilidad, insolidaridad, estupidez, egoísmo, irracionalidad e incluso indecencia de una amplia mayoría de esta sociedad en la que cohabito.

No, no voy a ser yo quien defienda ninguna actuación política esta noche, pero tampoco voy a ser yo quien los responsabilice SOLO A ELLOS de una coyuntura que requiere del esfuerzo también de la gente, de ¡¡¡NOSOTROS, SEÑORAS Y SEÑORES!!!.

Como me ha comentado “alguien” esta tarde, “o nos mentalizamos que esto tiene que arrancar para poner en marcha la economía o, los que no mueran (moramos) por la pandemia, van (vamos) a morir de hambre”.

Esa crudeza retrata la única realidad de un país paralizado por los ERTEs, el paro de la economía, la ausencia de trabajo, etc.

Y yo me pregunto: ¿toda esa gente que va a comprar todos los días sin mascarilla, “marujeando” con la dependienta o la cajera, hace corrillos en la calle para “dotorear”, se pasea con el perro para fumar con amigos como si estuviera de vacaciones, beben cerveza en los portales o en el interior de las urbanizaciones, montan fiestas en pequeños apartamentos, madrugan (como no lo han hecho nunca) para salir a correr o bañarse….o hacerse selfies, qué responsabilidad tiene en que este diario vuelva a atrás al #QuédateEnCasa y a sumar más días en #Fase0?

Además, por ejemplo, cada día que aumenta la cifra de fallecidos, ¿la gente no pone cara a algunos de ellos?, ¿cuántos no conocen a un enfermero, médico, sanitario, que lleva más de 40 días seguidos trabajando sin descansar una sola jornada?, ¿cuántos tienen el sueldo asegurado a final de mes y no tienen familiares o amigos entre esos millones de afectados por ERTEs o en la puñetera lista del paro?

No, no seamos hipócritas. Esto no va de banderas, ni de minutos de silencios…ni tan siquiera de aplausos. Señoras y señores esto va de supervivencia, de VIVIR, con salud y con un bienestar económico que nos permita comprar ropa a nuestros hijos, llenar la cesta de la compra, también sí, ir a los bares, a los restaurantes, a las tiendas…porque hay gente que con el comercio cerrado no percibe ingresos para subsistir.

Ya está bien de los aplausos, de ondear banderas al viento, escribir nauseabundos posts en las redes sociales o llenar de toxicidad publicaciones. Basta ya de golpes en el pecho, de jactarse de patriotismo, de alzar la voz y de generar más tensión en una situación de angustia extraordinaria.

Y hoy voy a personalizar totalmente. Yo llevo desde el 13 de marzo encerrada en un apartamento que sí, tengo la suerte de que mira al mar y dispone de terraza, pero donde permanezco solo con mi sombra porque resulta que, por problemas físicos, soy “persona sensible” y es mejor que no esté con nadie. No puedo convivir con mis padres porque son mayores de 70 años y mi padre además es “persona de riesgo”.

Con problemas crónicos de digestivo he de alimentarme de tupper (sí, culpa mía soy una pésima cocinera) con las comidas que me prepara mi madre (donde voy y desde el portal 1 día o cada 10 días aproximadamente, me entrega un cesto lleno de alimentos ya cocinados o compro en esas casas de comida de confianza para poder congelar y tomar arroz, fideuà, lentejas, etc.) o con productos frescos que recibe mi madre del mercado (ventajas de vivir en el barrio) una vez a la semana tras encargo telefónico y compra telemática.

Además, una impertinente afonía me ha obligado a contactar con la médica (la misma doctora ante la que tuve que rogar para que no me firmara la baja laboral que, desde Consellería (al trabajar en un medio público y según mi historial médico) le indicaron formalizara para inhabilitarme a acudir a mi puesto de trabajo) hasta en 3 ocasiones. La última de ellas el pasado miércoles y que concluyo recetándome corticosteroides bajo “amenaza” de incluirme como “sospechosa” si el carraspeo sigue sin ser controlado.

No me engatusa nada tomar la medicación pero, después de ¡¡5 semanas!! de remedios caseros o ingerir medicación levemente cargada de química, la voz continua sin surgir y es necesario atajar una tontería que te hace sentirte más inútil. Tal vez su presencia se debe solo a la somatización de esta coyuntura, pero como hay enfermedades mucho más graves no voy a ser yo quien haga perder ni un minuto a un sanitario para que repare en las posibles causas.

Al fin y al cabo, no necesito la voz, no me gusta cantar y me puedo comunicar con mensajes, pero conozco casos más extremos que tampoco han podido ser atendidos porque los hospitales continúan saturados y con prioridades.

Ese es mi hoy, rehén de mi historial médico y de mi soledad libre y elegida pero también prisionera de una libertad que no me permite buscar los abrazos de mis padres ni mis sobrinos, ni compartir esos paseos y diálogos con esas amistades que siempre están ahí y buscan un momento para enviarte un saludo o hacerte una llamada como siempre, también ahora, a pesar de vivir también sus propias inquietudes en este confinamiento y ejercer sus tareas laborales, algunas presenciales, otras telemáticas con el mismo estrés que puedo tener yo en mi trabajo.

Aun así, he intentado en estos dos meses zigzaguear estados de ánimo que me encaminaran hacia la ansiedad. No voy a negar que algunos días no lo he logrado, pero en general, estoy satisfecha de haber encontrado recursos con que evadir la mente cuando esta se apartaba de la serenidad. Me he disfrazado de personaje en este diario, he jugado con esa personalidad durante el día, he arreglado armarios, he iniciado un máster y un curso (con escaso resultado por falta de concentración si soy sincera), he leído cerca de una decena de libros, no he visto ninguna serie, solo alguna película, me he habituado al yoga o hacer mi hora de ejercicio matinal con bicicleta estática y stepper y he salido a la calle 4 o 5 veces, no mucho más.

Esperaba el sábado para limpiar mejor los pulmones e inyectarme vida pero corrí despavorida cuando abrí el portal de mi urbanización y vi la avalancha de personal en el paseo marítimo. Tuve miedo. Tengo miedo.

No obstante, el lunes lo volví a intentar, parece que “vora mar” había más calma, aunque la impresión era un tanto ficticia. El miércoles retrase el horario, bajé la basura y oteé el horizonte para superar mis inseguridades y decidí adentrarme en el paseo, pero hube de esquivar corrillos de jóvenes jugando a la pelota, patinadores (muy asiduos en esta zona donde resido) en grupos haciendo malabarismos, parejas de “pachuchos” cotilleando a escasos centímetros una familia de otra, ah!! y esquivar esos perritos que con correas de metros, mientras el/la dueño del animal pasean alegremente o están de cháchara, el dichoso perro se empeña en olerte las zapatillas, ah! y no se te ocurra llamar la atención al amo que se escuda en un “no hace nada” y eres tú la insensible y antisocial por gritar y torear como si de una fiera se tratara al bicho (y me refiero tanto al perro como al o a la dueña del mismo).

Pues sí señores, lo han logrado. Continuamos encerrados en Fase 0 y hundiéndose nuestra economía al por mayor y al por menor.

Tengo amigos que llevan días desinfectado sus locales y terrazas con la esperanza de poder, desde el lunes abrir sus establecimientos públicos, entre otras cosas porque si no abren, no ingresan dinero, si no ingresan no solo entran ellos en bancarrota sino los trabajadores que tienen a su cargo; pero qué más da, si mis conciudadanos a las 20.00 h. se van de paseo con su partenaire, pasean al perrito, se dan unas risas con sus amigotes o vecinos…qué más da, ande yo caliente……

Cuando un PIB cae un 9%, cuando se aventura la peor perspectiva económica mundial desde los años 20 del siglo XX, cuando la mayor potencia del planeta supera los millones de personas en el paro por primera vez en su historia, cuando la salubridad de mis vecinos y la mía está en riesgo, qué más da…es que estos políticos son la pera, ¿verdad?

No, no lo compro amigos, mi pregunta es más ¿dónde está la conciencia social?

No lloremos por lo perdido cuando somos nosotros los que estamos abriendo heridas imposibles de suturar a medio plazo. No nos recreemos en la añoranza de aquellos días de “antes de…”, dejémonos de burlarnos de los “brotes dañinos” porque estos se están erigiendo en robustos arbustos, cuando no árboles capaces de tapar el sol que alumbre la sensatez, la cordura, la responsabilidad, el raciocinio y la lucidez de una sociedad que, lo siento, hoy me da ASCO.

Y no, no encuentro vocablos encubiertos de positividad, ni bonitas palabras con las que endulzar esta rabia, ira, disgusto, berrinche e indignación que emano desde la misma boca del estómago en esta noche en la que ¡¡¡¡¡VECINDARIO!!!! ¡¡¡COMPATRIOTAS!!!.... En mi tierra seguiremos en la Fase 0 de una escalada que, o tomamos las riendas y domesticamos nuestras propias conciencias, o seremos los máximos culpables de ennegrecer por entero el futuro de nuestros hijos y el presente de nuestra supervivencia como sociedad y como individuo.

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