Día 52 de #QuédateEnCasa

Hoy, #Día51 y último de “QuédateEnCasa” (ya está decidido, mañana comienza el diario de #Desconfinamiento), son varias las “efemérides” que hemos de repasar en este día.

En primer lugar, sí, hoy ha sido el “día de la madre”. Ese día señalado en el calendario para loar a quien debemos la vida. Nadie cocina como ellas, nadie nos ha cunado jamás como ellas, nadie nos retrata con solo una mirada como ellas, nadie celebra nuestras alegrías como ellas, nadie soporta nuestros ataques de mal genio como ellas…

Para cada uno su madre es la mejor madre del mundo. Yo no voy a destacar la mía de entre todas, porque es la mía y, por tanto, para mí la mejor. Mi suerte es tenerla y que haya sido durante esa época de adolescencia e inicio a la vida adulta tan proclive de ser intoxicada, mi mejor amiga.

Ella sabía, antes incluso que yo, si había algún chico por ahí, si estaba enfadada por algo o alguien…, y continúa “adivinando”, si he tenido un mal día en el trabajo, si estoy disgustada por alguna cosa, si todo va bien o mal. Ante ella es imposible disfrazar cualquier emoción. Su capacidad de descifrar mi mente y destapar mis ánimos, a veces me intimida. Porque no solo es mi madre, ella sigue siendo mi amiga.

Tal vez por ello, puede que sea la persona con quien más veces me enfado o me enojo, pero ya se sabe, “solo a quien más quieres harás llorar”, así que mamá, perdón por mis rabietas o berrinches, sabes que yo lo expreso y digo poco, pero desde aquí hoy quiero “gritar” públicamente que TE QUIERO, MAMÁ. GRACIAS por tu paciencia, tu hombro, tus palabras, tus silencios, tus enojos, tus gritos, tus mimos…y PERDÓN por mis gritos, mis momentos de furia, mis quejas, mis silencios: TE QUIERO. Y cuidadín con ese desayuno imprevisto (un regalo original idea de mi hermana pequeña) que estamos a punto de comenzar la “operación bikini”…

Pero el día de hoy deja más cosas porque en 1993, las Naciones Unidas, a iniciativa de los países miembros de la Unesco, proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

En estos momentos, resulta paradójica la celebración de una reivindicación en una coyuntura donde la libertad y la prensa están casi mundialmente secuestradas, donde la proliferación de voceros, acólitos, “falsos periodistas”, tertulianos o twitteros, menguan la vida de los medios de comunicación y se debilitan las condiciones laborales de los profesionales.
El deterioro de la libertad de prensa es consecuencia de muchas cosas. Y no apelo aquí a los problemas de censura por ausencia de libertad establecidos en regímenes dictatoriales o pseudo dictatoriales (un tercio de la población mundial según Reporteros sin Fronteras).
Para reivindicar la Libertad de Prensa tan solo se requiere mirar alrededor, a nuestro entorno, nuestra sociedad, nuestro país y asumir responsabilidades del porqué de su ausencia.

En este territorio árido se ha de comenzar a actuar. Lo primero lo ha de realizar el propio periodista, cómplice verdugo del descrédito y la ausencia de libertades en el ejercicio del periodismo. La iniciativa que ha de guiar al periodista es la de enarbolar la bandera de la auto culpabilidad y autorresponsabilidad por la contribución al secuestro de lo que hoy queremos defender.

Los que ejercemos el periodismo no podemos escudarnos en apelar a la necesidad de sobrevivir como individuo para excusarnos en la claudicación ante consignas editoriales.

También podríamos referirnos al capitalismo ejercido por los grandes grupos editoriales como manipuladores de la realidad; pero ninguna justificación debería ser válida en un momento donde se requiere de la recuperación de la dignidad en el universo periodístico como único camino para volver a disponer de la libertad en el ejercicio del acceso a la información de la sociedad.

Únicamente por esa función social de la prensa, ya resulta necesario con urgencia que el periodista adquiera renovado el rol de descriptor de la realidad y retome los fundamentos del oficio del viejo trovador de contar lo que pasa a la ciudadanía. Ha de luchar por trasladar información y no contribuir a manipular realidades, crear Fake news, esconder hechos o convertirse en protagonista. El periodista ha de preocuparse por informar y alejarse de ese novedoso objetivo de “querer formar”.

Para ello, debería renunciar a ese ¿oficio? de “tertuliano-opinador”. La labor del periodista es mostrar qué pasa y analizarlo, pero para hacerlo con libertad ha de rechazar el papel de esclavo servil al poder de quien subvenciona y propaga sus opiniones convirtiendo a un simple juglar en un líder de opinión. Ese virus ha sido inoculado con potencia y de forma abrupta en el mundo del periodismo, donde la soberbia y la prepotencia también han herido de forma letal esta profesión.

Pero no solo el periodista es culpable, también es víctima.

El cierre de medios de comunicación, la aplicación de EREs en los medios son condenas de gerencias encargadas de dirigir una empresa mediática como si se tratara de una fábrica de coches. Esos magnates o grupos mediáticos son los que han envilecido la dignidad del que se siente periodista y que, al fin y al cabo, es un profesional, una persona, que trabaja para obtener un sueldo con el que subsistir y/o alimentar a sus familias en este cambalache de siglo XXI que estamos “sufriendo” más que viviendo.

Este mundo cambiante nos ofrece una oportunidad para construir esa “nueva normalidad”, esa novedosa realidad que dicen, va a dejar como efecto esta pandemia.

Escuchando el concierto en directo que ha realizado Dani Martín en Instagram me he parado en esta letra de una de sus canciones, “Sabes que ya nada volverá a ser como antes….pero nos queda la emoción y la generación de aquellos años locos…” porque… “Todo lo que fuimos se nos fue…

Pues sí, el pasado está muy lejos, el ayer es solo una imagen prescrita y desvanecida, “todo lo que fuimos se nos fue”… y el nuevo mundo, la “nueva normalidad” va a requerir de la dignidad de la prensa, de la veracidad que solo te ofrece el abrazo de una madre o si no, como hoy también escribe en un excelente artículo (que recomiendo leer y enlazo aquí) el expresidente de Uruguay, Pepe Mújica, en EL PAÍS La destrucción de valor augura pobreza…”

Ante ello Mújica concluye: “Me pregunto, ¿los humanos estamos llegando al límite biológico de nuestra capacidad política? ¿Seremos capaces de reconducirnos como especie y no como clase o país? ¿Mirará lejos la política para hacer maridaje con la ciencia? ¿Recogeremos la lección del desastre al ver cómo revive la naturaleza? ¿La medicina, la enseñanza, el trabajo digital más la robótica se afianzará y entraremos en una nueva era? ¿Habrá fuertes batallones de médicos capaces de ir a luchar por la vida en cualquier lugar o seguiremos gastando tres millones de dólares por minuto en presupuestos militares? Todo depende de nosotros mismos”.

 

Así que:

 

“Lloremos quitando las manos
Y seamos valientes por fin…

Camina que hay que seguir
Verás "qué bonita la vida"
Montaña que es como un ring.

Tú sabes cuánto tiempo ha pasado ya
Sabes que ese tiempo no va a volver
Sabes que… "ya nada volverá a ser como antes" (Dani Martín)

Porque Amig@s: TODO DEPENDE DE NOSOTROS MISMOS (Pepe Mújica)

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