Hoy hace 25 años. El flamante ascenso deportivo y social (cuyo cúspide fue tal vez ayer la presentación del documental MANERAS DE VIVIR, que el próximo sábado podrá presenciarse –tarea casi obligada para mayores y pequeños-en la televisión de À Punt a las 21:45 h.) del Levante UD las últimas temporadas, tuvo su arranque mediático hace hoy 25 años.
Militaba el equipo granota en la segunda división B donde deambulaba las últimas temporadas. La desmoralización acompañaba a una sociedad deportiva que de nuevo fracasó la anterior campaña con la no-consecución del objetivo del ascenso a la división de plata. En esta coyuntura llegaba al banquillo granota Juande Ramos, procedente del CD Alcoyano, mientras la presidencia era ocupada por José Luis López. Con una plantilla totalmente remodelada se afrontó el inicio de la temporada 94/95.
En ese contexto pesimista, casi intrínseco a los levantinistas de raíz, no era predecible la vivencia de momentos sublimes como los que pocas semanas después experimentó la entidad. Una situación que tuvo su culminación hace hoy un cuarto de siglo.
En esa fecha, el 4 de diciembre de 1994, el entonces Nou Estadi batió el récord de público en su gradería donde cerca de 30.000 almas (el estadio aún no había sido remodelado ni reducido su aforo) se reunieron entorno a su equipo en una cita que, pasara lo que pasara, sería histórica.
Esa jornada era la marcada para batir un record: conseguir encadenar catorce victorias de forma consecutiva en una categoría profesional del Campeonato Nacional de Liga.
La aventura comenzó en septiembre. El equipo levantino iniciaba la competición en tierras catalanas ante el Europa, un enfrentamiento que se saldaba con una cómoda victoria por 0 a 2, con goles del reciente y tristemente fallecido Fabado y el ex entrenador del RCD Espanyol, David Gallego. Se concatenaron después los triunfos ante el Valencia B (2-1), Ontinyent (0-1), Benidorm (1-0), Figueres (1-3), Terrassa (0-2), Gramenet (1-0) y Sant Andreu (1-2).
Con esta racha de triunfos, el caprichoso calendario emparejó en la novena jornada al Levante UD con el Elche CF. La entidad, con 85 años de historia por entonces, afrontaba la que se aventuraba como una memorable jornada. Se tenía la oportunidad de pasar a la historia del campeonato de liga. Para ello era condición sine qua non el triunfo ante las huestes ilicitanas. Este hecho supondría que el Levante superaría en el archivo del recuerdo del fútbol nacional el registro del Real Madrid de la temporada 68/69, cuando los merengues enlazaron nueve victorias consecutivas. Y dicho y hecho. En un mágico ambiente en el estadio granota el equipo consigue una mítica remontada y supera a los alicantinos por dos goles a uno. De nuevo la dupla Fabado-Gallego se encarga de materializar en gol las ocasiones creadas. Una gesta que completa Rodri con el atajo de un penalti lanzado por el conjunto ilicitano el último tramo de partido. La gesta se mantenía intacta.
La admiración en el espectro futbolístico nacional es copada por la entidad levantinista que fulmina todos los registros de victorias. Los medios de comunicación se acercan hasta la sociedad granota para bucear entre sus recuerdos, ahondar en su historia y presentar sus credenciales futbolísticas desde la tercera categoría del fútbol nacional. Mientras, en la ciudad y en la afición aumentaba la fe en el equipo. Se lograba modificar la naturaleza de un club que ofrecía una deleitosa perspectiva al contemplar su presente y su futuro.
La racha triunfal suscita una inusitada panorámica en el sentir blaugrana. Andorra, Murica, Nástic de Tarragona y Premià fueron las siguientes víctimas de la apisonadora granota. Toda la España futbolística conocía ya al “Levante del récord”.
Un total de trece victorias consecutivas y se otea ya un nuevo registro que batir, los catorce triunfos que desde la temporada 49/50 ostentaba el Rácing de Santander. Bajo estas premisas visitaba el 4 de diciembre de 1994 el hoy Ciutat de València el Girona C.F. penúltimo clasificado en esa jornada en el grupo III de la Segunda División B.
La atención mediática en el universo futbolístico se citaba en el estadio granota. Entrenadores de Primera en activo aquel momento como Jorge Valdano, Johan Cruyff, J.A. Camacho o Luis Aragonés alababan la dinámica victoriosa de la escuadra levantinista. “Me parece algo muy importante. Estas cosas no suelen ocurrir” (Camacho). “Un registro así tal y como está el futbol, difícilmente se puede conseguir sea en la categoría que sea” (Cruyff).
Eran otros tiempos, también en el fútbol, que en este siglo XXI ha experimentado registros numéricos de récords casi cada año futbolero pero que en aquel 1994 sentía de forma diferente. Por ese el domingo 4 de diciembre amaneció con una expectación inusitada.
Sin embargo, una vez más, la suerte se mostró esquiva ante la coyuntura histórica de la entidad levantinista y la posibilidad de vivir una jornada gloriosa. En un estadio abarrotado y bajo un entusiasmo sin parangón en la grada comienza el encuentro.
Nunca un enfrentamiento de 2B ha vuelto a registrar una asistencia de público cercana a los treinta mil aficionados que presenciaron in situ aquel partido.
La alineación blaugrana que buscaba el asalto a la historia estaba formada por Rodri, Salva, Llorens, Manolo Herrero, J.M. Torres, Uriz, Gallego, Masnou, Eloy, Julio Engonga y Fabado. El once contó también con la presencia de Hugo en sustitución de Torres y Juanfran, el entonces joven jugador de Orriols y hoy uno de los exjugadores referencia del club, que ese día casualmente disputaría sus primeros minutos con el Levante al sustituir en la segunda parte al lateral castellonense Salva.
Pero, con todos los cimentos engalanados, ahí estaba la fortuna para serle esquiva al equipo “forjado en el yunque de la adversidad”. El destino se presentó huidizo a la gesta levantina a pesar del dominio futbolístico absoluto propagado por la escuadra de Juande Ramos en el encuentro.
No obstante, la tarde comenzó favorable. En el minuto 22 una cesión de Julio Engonga es rematada al fondo de la red por Fabado. Tan solo siete minutos más tarde una jugada personal de Nan permitía la igualada del conjunto catalán.
Con tablas llega la hora de pasar por el vestuario. El arranque del segundo periodo premió rápidamente el domino de los levantinistas y en el minuto 49 un centro del capitán José Manuel Torres sirve para que el incisivo Fabado asista al pichichi del equipo (hoy 25 años después entrenador del CD Lugo), Eloy Jiménez, que consigue adelantar de nuevo a las huestes granotas en el marcador.
Conexión perfecta entre la grada y el equipo que todavía dispondría de claras ocasiones para sentenciar la victoria. El Girona replegado en su área tan solo intentaba desbaratar las envestidas del equipo de Juande Ramos que, desde el centro del campo dirigía Jordi Masnou y que en las bandas conseguían con rapidez la verticalidad Salva y Gallego en la derecha y Llorens y Fabado en la izquierda.
Sin embargo, una salida en falso del portero Rodri al borde del área es aprovechada por Barboza para lanzar una pelota desde cerca de los 30 metros que acaba en el fondo de la red granota.
Máxima efectividad de los catalanes y desgaste físico de los levantinistas en la conquista del triunfo. Un premio que de forma injusta no entró en las arcas de la historia de la entidad blaugrana. No se batió el récord pero se estableció una coyuntura que permitió a la afición granota renacer el orgullo de pertenencia a una entidad que había acaparado la curiosidad del espectro mediático futbolístico nacional.
Después la temporada sería larga. Llegaría el dramático emparejamiento con el Écija en busca de la división de plata de forma fallida, pero algo cambió ese 4 de diciembre.
Muchos de los que combinamos alegría y decepción aquella tarde de 1994 no soñábamos con vivir lo que el Levante nos ha ofrecido en este primer tramo del siglo XXI.
Por eso, quizás lanzar hoy la vista atrás no ofrece melancolía, sino satisfacción y orgullo de formar parte de una entidad que, veinticinco años después, vive su mejor momento social y deportivo en el año de su 110 centenario, pero que es capaz todavía de seguir en progresión y mantener la esencia de aquel equipo “forjado en el yunque de la adversidad”, nacido a orillas del Mediterráneo, maltratado social, económica y políticamente en distintos momentos de su larga vida, pero que hoy cohabita entre las estrellas de un fútbol que, aunque mercantilizado en extremo, le ha permitido conservar la esencia de sentir la emoción de cultivar la fragancia de saborear “qué grande es ser pequeño” aunque hay fechas, como la de hace hoy 25 años, nos sentimos gigantes.